22 may 2012

La semilla - Parte 1


Se requieren muchas semillas para lograr un gran árbol, ¿cuántos intentos quieres hacer para lograr una gran empresa?

LA VISIÓN
Y cada semilla tiene una razón de ser, ¿cuál es la tuya? Cada semilla tiene un código genético, un ADN, sobre el que descansará esa enorme estructura en la que habrá de convertirse, ¿cuáles son las creencias, la visión y los sueños sobre los que quieres construir tu vida, familia, empresa, trabajo?

La semilla nos enseña que hay que ser constantes, no importa cuántas veces fracases, sino cuántas lo intentes; la semilla también nos enseña que tiene una razón de ser, sin lugar a dudas, dará lugar a un árbol, pero de un tipo específico, con una función específica, en el hábitat (mercado) en el cual nace, y además, distinto a todos los demás, aún dentro de los de su especie, será distinto.  Necesita colocarse en el mejor lugar para germinar, crecer y desarrollarse. Lo más interesante es que en su desarrollo no toma más de lo que necesita para hacerlo (administración de recursos).

EL MERCADO
Ninguna semilla nace fuera de lugar, cada semilla tiene ciertas condiciones en las que puede germinar y luego crecer exitosamente.  Esas son las condiciones de mercado, ¿en dónde compites? ¿contra qué compites? ¿Cómo ganarás espacio en el mercado?  La semilla compite por un terreno fértil, pero puede nacer en alguno no tanto.  Compite por agua, fundamental para su vida y crecimiento (recursos) y compite por luz y por eso se extiende verticalmente (más recursos); y luego ya germinando, habrá de adecuarse al medio, buscar, y en algunos casos, esperar su lugar para crecer.

El fresno, por ejemplo, puede mantenerse como plantón, latente, cuando la sombra de un bosque impide que le llegue la luz necesaria para crecer.  Está ahí, buscando su oportunidad, aguardando a que un viento, un animal o un talador, tumbe algún otro árbol, para erguirse rápidamente en ese hueco de luz y ocupar el espacio que antes tenía con quien competía.

LA IDENTIDAD
La semilla lleva dentro de sí un ADN que definirá la esencia y aspectos dominantes del árbol en ciernes. Esas son tus creencias.  Muchas de ellas se convertirán en una parte fundamental de tu empresa, organizacional y comercialmente.  Uno se convierte en lo que cree que es, y algo así pasa también con las empresas.  Esas creencias, serán absorbidas como características a seguir, imitar, emular, consciente e inconscientemente por nuestros colaboradores, tanto en la luz como en la sombra.  Así como la semilla de ese fresno, cuya información genética lo lleva a mantenerse latente.

Y en algunos casos, también esas creencias, cuando han sido impregnadas profundamente en nuestra organización y aún cuando ya no está quien las guiaba, permanecen y aparecen en los momentos que más se requiere.  Tal es el caso del Ginkgo, cuyo antiguo código genético tiene aún la instrucción de cómo sobrevivir en ambientes altamente contaminados y de alta oxidación, como en los que creció, antes aún de que los dinosaurios poblaran la tierra ¿Y para qué sirve?  Al Ginkgo le sirvió para poder asimilar la contaminación de una bomba atómica que explotó 1.1 km de distancia de él, en Hiroshima, y retoñar la primavera siguiente.

¿O es que Apple dejará de serlo sin Steve Jobs? Entonces dejaría de ser Apple.

A diferencia de la semilla, que no puede cambiar su ADN (con licencia de los biotecnólogos, genetistas, biólogos y algún Maestro en meditación), nosotros sí podemos modificar creencias y hacer que en nuestras organizaciones circulen vientos de cambio y renovación.  Todo guiado por una visión, que como al árbol, guiará nuestro crecimiento.  Y siempre desde uno mismo, como si dentro de nosotros estuviera siempre esa semilla, también latente, en espera de renovación, retroalimentación y siembra continua.   Tratar de cambiar el ADN desde fuera, es como querer hacer que un olmo se convierta en Encino, podando sus ramas, cortando sus hojas, reduciendo la cantidad de agua, aumentando la altura.  El olmo seguirá siendo olmo..., pero en nuestras empresas y familias, las creencias si son modificables (ya hablaremos después del proceso de cambio).

19 may 2012

Mi misión

( .. ) abro y cierro paréntesis... para compartir, algo muy personal, íntimo, pero que quiero compartir, hoy-sólo-hoy.

Soy sembrador, soy campesino, soy semilla.  Vine a este mundo a sembrar, el fruto no es mío, sólo soy sembrador.  Pensaba que mi misión era hacer de este mundo un mejor lugar para vivir, pero eso es consecuencia, y el fruto no es mío, no me corresponde.  Lo mío es sembrar, es esparcir la semilla; lo mío es poner la semilla del cambio en cada corazón, en cada mente, en cada ser.  El fruto no es mío.

El engaño del ego, me enfocaba al fruto y no, no vine a recoger el fruto; vine simplemente a sembrar... a ser semilla, a multiplicar, a gestar, a generar, a provocar, a hacer camino.  No vine a recoger, a comer del fruto, tampoco vine a recorrer el camino, vine a abrirlo.  A meter las manos en la tierra, a arar, a hacer, a ayudar a que otros nazcan.

A eso vine.  El resto no importa.  Podré irme en paz de este mundo cuando mi misión concluya, cuando la siembra esté lista, cuando la tierra esté arada y la semilla puesta; podré seguir mi camino, mi evolución, cuando la semilla comience a germinar... No sé qué tiempo sea, no sé qué represente.  Pero ahora que lo descubro, digo SI, estoy dispuesto, y estoy agradecido por esta oportunidad, por esta revelación, por ver para qué y por qué estoy.

Soy sembrador, soy campesino, soy la suma de mis ancestros.  Y me siento ORGULLOSO y HONRADO por serlo...  La acepto, estoy dispuesto y disponible.  Venga lo que venga, no importa el clima, las condiciones, día a día, hay que salir a sembrar.

Hoy, 19.05.12, acepto la misión y sé que esta misión también me hará feliz, porque no es el fruto en sí, literal, externo; es el fruto interno, el que hará que florezca en mí el ser humano que vine a ser.

Leonardo Othón Osorio González

14 may 2012

Casos de Éxito

En los próximos días compartiremos casos de éxito de árboles que han superado situaciones extremas y cómo lo han logrado.

Y a partir de ellas aprender de aquellos factores clave que motivaron su sobrevivencia y/o desarrollo.

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11 may 2012

Para qué

Si sabemos escuchar, si observamos con detenimiento, si estamos dispuestos a aprender, re-aprender, des-aprender... y queremos hacer de este mundo un mejor lugar, podemos observar a la naturaleza y reflejarnos en su integridad, en su sabiduría, en su plenitud y en su equilibrio-desequilibrio.

De ahí que nazca Management Natural; como un medio, una forma y un lugar, desde el que podamos transmitir, compartir y multiplicar parte de esas enseñanzas, observaciones y analogías.  Partimos de la convicción de que esos aprendizajes pueden darnos una vida plena y armónica: en nuestras familias, comunidades y empresas; en total simbiosis y comunión con (y en) nosotros mismos y en (con) nuestro planeta.

¿Quiénes somos?
Somos un par de grandes amigos, que han decidido compartir la vida juntos y hacer una familia.  Maru, una gran persona, con una enorme sensibilidad y talento para llevar grupos, trabajar en equipo, motivar, liderar, convencer, transmitir y crear.  Othón, creativo, inquieto, curioso, observador, líder con sentido social y humano.

Así como decidimos hacer familia, ahora hemos decidido reunir talentos, experiencias e inquietudes y compartirlo a través de Management Natural.

Maru, con estudios en Educación, especializada en capacitación y con Master en RH.  Othón, Actuario casi por inercia, estudios en Alta Dirección, gusta de trabajar con y para la gente; aficionado a los bonsai desde hace algunos años.

¿Para qué Management Natural?
Estamos convencidos de que necesitamos cambiar la perspectiva y forma de ver la vida, desde la familia y la empresa, buscando un punto más armónico, equilibrado y natural.  Para el mundo que viene y nos toca, los paradigmas actuales, en muchos casos no caben, no son sostenibles, no construyen un futuro, sólo mantienen un status quo, temporalmente.

Todo está ahí, en la naturaleza, si lo vemos con los ojos de adentro.  Está en la forma en la que la naturaleza administra la energía, motiva el desarrollo, encuentra los medios, los recursos y los canaliza para generar y producir aquello que necesita para seguir su crecimiento y dar vida.  Sólo hay que observarlo, reflexionarlo y hacerlo parte de nosotros.

En la naturaleza un árbol no toma más de lo que requiere.  Ha desarrollado su estructura, altura, hojas, raíces, según el medio, ... se adapta.  Ha aprendido a vivir y sobrevivir en situaciones extremas y para ello, administra recursos.  En esa administración, crece, da frutos, encuentra formas de reproducirse.  Su ingeniería, su arquitectura, su diseño, son  en sí mismos una obra maestra y nos enseñan cómo la vida se hace camino.

¿Y qué hay que aprender de eso?  ¿Cómo un árbol nos va a enseñar a manejar empresas, a liderar equipos, a educar hijos, a hacer comunidad? A partir de nuestras propias historias, experiencias, aprendizajes y observando cómo un árbol, en su complejidad, y en diferentes medios logra su desarrollo, hay infinidad de lecciones y aprendizajes naturales para la vida diaria.

¿Cómo hace un árbol para crecer a casi 4,500 metros de altura snm, con poco oxígeno, con temperaturas sumamente extremas, poca agua? ¿Cómo lo logra emergiendo del mar, evitando la salinidad, con alta humedad del ambiente y expuesto a vientos y mareas? ¿Por qué las hojas de los pinos son como agujas y las de zonas selváticas son anchas? ¿Por qué forman niveles con sus ramas haciendo un triángulo? ¿Cómo se organizan sus ramas para obtener recursos? ¿De qué manera crece el follaje? ¿Qué pasa con una rama que deja de producir? ¿Qué pasa con sus raíces?

Y..., ¿qué tiene todo eso que ver con nosotros, con nuestras familias, con nuestro trabajo, con nuestra comunidad? ¿Qué es lo que podemos aprender de ello?

Para eso nace Management Natural, para compartir esas observaciones y analogías ricas en sabiduría y conocimiento; lecciones que están ahí, en el jardín de nuestra casa, en el parque de la esquina, a lo largo de la carretera.  Tiene la mejor intención de que esto haga que veamos el mundo en su plenitud y armonía, nos entendamos en él y nos conectemos con él.   Muchas veces menos es más, y este mundo necesita replantearse -energética, económica y ecológicamente- su destino, en comunidad, y desde un liderazgo íntimo, personal, sostenible, simbiótico y sistémico.

Somos parte del todo, y si aprendemos de él, entenderemos que no somos ni la especie más fuerte, ni la más inteligente, ni la más sabia... Tampoco la más débil, la menos capaz, o la más inmadura; nuestra fuerza, inteligencia y sabiduría reside en la comprensión de ese todo; y nuestra sobrevivencia, del cómo nos hagamos parte de él.